Hace poco escuché esta frase de una chica que hablaba con
una amiga suya en el Metro. Me quedé pensando y me rechinó.
Recordé las veces que la había oído o que yo mismo la había pronunciado,
habitualmente en contextos excesivamente fantasiosos e irreales.
Desde la perspectiva del Coaching, soñar sí cuesta dinero. Prefiero diferenciar entre la fantasía y la imaginación de tal forma que fantasear con que me toca la lotería o que voy a estar en la cama con mi actriz o actor favorito, o que a mi jefe lo van a despedir es entrar en un mundo ficticio, alejado de mi Ser, en donde en lugar de acrecentar mi conciencia y asumir en donde estoy y qué quiero hacer, la despisto con juegos mentales que no solo no llevan a ningún lado, sino que consumen vida y energía.
La imaginación es algo muy distinto; yo puedo imaginar,
desde una situación actual y real en el aquí y ahora y tomar conciencia, de cómo
esa situación puede transitar a otro sistema más beneficioso para mí o para las
personas que me rodean. En esta situación, después de la imaginación ha de
venir la planificación en donde puedo especificar los pasos para alcanzar ese
estado ideal que mi imaginación ha anticipado.
Es claro que en un caso dilapido recursos, tiempo y energía
para alejarme de mi situación actual y fantasear con una situación ideal
alejada de mi realidad; en el otro caso parto del momento presente y me comprometo
a sostener una serie de acciones que me permitan acercarme a una situación
ideal imaginada previamente.
Soñar sí cuesta dinero.
Antonio Diaz-Deus
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