"Considero a la vida como una posada en la que tengo
que quedarme hasta que llegue la diligencia del abismo. No sé a dónde me
llevará, porque no sé nada. Podría considerar esta posada una prisión, porque
estoy compelido a aguardar en ella; podría considerarla un lugar de
sociabilidad, porque aquí me encuentro con otros. No soy, sin embargo, ni
impaciente ni vulgar. Dejo a lo que son a los que se encierran en su cuarto,
echados indolentes en la cama donde esperan sin sueño; dejo a lo que hacen a
los que conversan en las salas, desde donde las músicas y las voces llegan
cómodas hasta mí. Me siento a la puerta y embebo mis ojos en los colores y en
los sonidos del paisaje, y canto lento, para mí solo, vagos cantos que compongo
mientras espero.
Para todos nosotros caerá la noche
y llegará la diligencia. Disfruto la brisa que me conceden y el alma que me han
dado para disfrutarla, y no me interrogo más ni busco. Si lo que deje escrito
en el libro de los viajeros pudiera, releído un día por otros, entretenerlos también
durante el pasaje, estará bien. Si no lo leyeran, ni se entretuvieran, también
estará bien".
29-3-1930.
Fernando Pessoa.
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