Recuerdo que
fue en el año 94, en un proyecto con General
Motors de gestión del cambio, en donde aprendí el modelo de la zona de confort. Desde entonces, este modelo se ha ido
popularizado, apareciendo actualmente en libros de autoayuda, videos, blogs…
En los 90´s, la economía mundial gozaba
de una cierta predictibilidad, las grandes corporaciones hacían planes de
crecimiento a quince años y el enfoque estaba puesto en la competitividad global, el servicio al cliente y el crecimiento.
Antes de
entrar en los posibles usos de este modelo en la actualidad, repaso brevemente
sus bases:
1. La zona
de confort ó zona de comodidad es una metáfora que muestra la importancia
que las experiencias, emociones y procesos aprendidos de nuestro pasado tienen
en nuestro desempeño actual. Así, tenemos la tendencia de “seguir haciendo lo mismo, sintiendo lo mismo y teniendo las mismas
ideas”; todo esto representa la zona de confort.
2. Salimos de la zona de confort por
condicionamientos internos ó externos. No tenemos control sobre los condicionamientos externos, como por
ejemplo, si nuestra organización prescinde de nuestros servicios, si nuestra
pareja nos pide el divorcio o incluso si alguien de nuestro entorno se muere.
Los condicionamientos internos por
otra parte, tienen más que ver con nosotros: salimos de nuestra zona de confort
al tomar la decisión de cambiar de domicilio, de trabajo, de pareja e incluso
tras una crisis personal.
3. Que algunas personas sean de carácter curioso y que les guste la novedad no significa que tengan una amplia zona de confort. No confundamos “huir hacia delante”, con salir de la zona de confort.
4. Cada
persona tiene su propia zona de confort y no se puede generalizar. Así por ejemplo, aunque haya personas que se sientan bien actuando como emprendedores y buscando nuevos retos; tendrán su correspondiente zona de confort aunque distinta de la de un funcionario, un músico, un empleado de Banca un político o un maestro.
5. Salir de la zona de confort representa
aprender algo nuevo. No hace falta “salir por salir”, ya que el cerebro
está diseñado para crearnos una sensación de estabilidad. Sin embargo, es claro
que en períodos de inestabilidad como el actual, tendremos suerte si los
condicionamientos externos no nos zarandean y nos lanzan de lleno a la
incertidumbre. Es más efectivo, por tanto, prepararse
y tomar la iniciativa antes que los acontecimientos externos nos dominen.
Este modelo ha sido muy útil en colectivos “acomodados”, para
incitarles a salir de su zona de confort y ser creativos; también para gestionar la ansiedad de personas
movilizadas por condicionamientos externos.
Mirando
la sociedad en la que nos ha tocado vivir de forma global, vemos cómo la zona de confort de mucha gente condiciona y en ocasiones paraliza, los
posibles cambios que la sociedad va
demandando. Por definición, los estados son inmovilistas y conservadores, así
el poder legislativo aprueba leyes que aplica el poder ejecutivo y que el poder
judicial vela por que se cumplan. Estos poderes garantizan la gobernabilidad
del país buscando una estabilidad que en ocasiones, se convierte en inmovilismo
y en un obstáculo a la evolución natural de los acontecimientos.
Esta mirada a nivel nacional la podemos
extender al ámbito europeo y también al mundial, y observamos cómo esta
tendencia a seguir haciendo las cosas de una determinada manera lleva a que sean los condicionamientos externos los que
tomen la iniciativa, y que los poderes que nos gobiernan – a nivel local,
nacional y transnacional, sean los que sean, tengan poca capacidad de
innovación y solo sean capaces de reaccionar a los eventos cuando estos ya han
tomado protagonismo. Además, esto supone un “poner parches” en los procesos, antes que en determinar cuál es la vía
de acción correcta.
Vivir
fuera de la zona de confort se ha convertido en algo obligado en las
circunstancias actuales. Esto es especialmente aplicable a las personas que
gobiernan, legislan y juzgan, en un nivel local, nacional y transnacional. Cuando
alguien mira la realidad desde la altura de un
gran despacho con un sueldo de por vida y un ejército de asesores, bien
asentado en su zona de confort, no suele ser especialmente creativo ni tan
siquiera innovador. Suele ocurrir que sigue haciendo lo que siempre ha hecho,
siguiendo procesos automáticos – la mayoría de las veces heredados o copiados -
asumiendo sus creencias como dogmas y estando ciego a las posibles soluciones
que mostrarían que otra realidad es posible.
Antonio Diaz Deus
Segunda y última parte de este artículo (a publicar próximamente):
Es curioso como molesta en general eso de "salir de la zona de confort". Observo como no es algo que la mayoría acepte de buen grado, incluso muchos justifican que no están en su "zona de confort" porque les es difícil e incómodo, sin ser conscientes de que incluso esa incomodidad está dentro de lo que acostumbran a gestionar, y por lo tanto sigue perteneciendo a su zona de confort.
ResponderEliminarLa determinación consciente de salir de esta zona suele surgir más de factores externos, aunque cada día más aumenta el nivel de conciencia y con ella la decisión interna de buscar otros modelos de vida.
Un amigo me dice que a los grandes cambios se llega por inspiración o por desesperación.... Yo llegué un poco por ambas, pero sobre todo por desesperación, porque cuando no haces nada.... la vida se encarga de darte el empujoncito que necesitas...
El cambio de modelo es inevitable.... está ahí. El antiguo se está desmoronando por más que se empeñen en apuntalarlo. Y desde la mirada sistémica liderarnos a nosotros mismos, nuestro cambio, es liderar desde abajo el cambio social que necesitamos.
Me inspira y me gusta tu reflexión-propuesta, Antonio....
2ª parte ya,,,,, por favor...
Gracias Susana, eres muy perspicaz. Yo también tengo la misma experiencia que tú..., la vida suele ser generosa y va mandando señales que hay que atender; si no lo haces te encuentras con que los condicionamientos externos te arrastran a una situación de cambio, lo quieras o no. Cuando no atiendes a los síntomas, mejor baja la cabeza porque te pueden llover un montón de bofetadas, y esto es más que una metáfora. Salu2.
ResponderEliminarTengo 41 años, soy funcionario docente, vivo solo en una casa grande, luminosa y confortable en el pueblo donde nací. Me gusta mi trabajo y mi vida y simpatizo con la causa catalanista. Mi lengua materna y de uso diario es el catalán. Hace seis meses conocí y me enamoré de una mujer e iniciamos una relación.
ResponderEliminarEl caso es que mi estatus quo empezó a tambalearse. Ella quiere ser madre, vive en la capital y es castellanohablante.
Actualmente siento que mi zona de confort se tambalea y que la relación se está enfriando por mi incapacidad de adaptación a los cambios que me presenta la vida.
Aunque mi escrito se pueda parecer al de un consultorio sentimental no es mi intención hacer una consulta. Simplemente quiero decir que tu artículo, Antonio, me ha gustado mucho porque me toca en lo más íntimo. He tenido que exponer mi caso para poner un ejemplo real de zona de confort, la mía.
Sigo leyéndote.
Gracias por tus intervenciones.
Gracias por tu sinceridad Josep, me ha conmovido.Tu caso es muy significativo porque es el tuyo; está más allá de las palabras y aporta algo fundamental a todo lo expuesto: es tu experiencia y como tal te la respeto y te la reconozco.
ResponderEliminarSegún dicen, las relaciones con sus aspectos positivos y negativos, son el canal del cambio: en la interacción con otra persona confrontamos nuestras creencias y, por supuesto, nuestra zona de confort. Te deseo felicidad.
Hola Antonio,
ResponderEliminarEn primer lugar, felicidades por el artículo. Lo he referenciado en un post que acabo de escribir en mi blog. Espero que no te importe.
Muchas gracias y un saludo!
Al contrario Rafael, gracias a tí.
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