miércoles, 6 de octubre de 2010

Una visión de la evolución de la humanidad


En la película Odisea del espacio 2001, Stanley Kubrick plantea una evolución de la humanidad muy significativa. Se ve un grupo de monos – humanoides comiendo raíces compartiendo el espacio con otros animales. En su lucha por la sobrevivencia en un entorno desértico ahuyentan a otra tribu de congéneres a base de gritos y aspavientos. En un momento dado, un humanoide descubre un gran hueso y su uso como herramienta de destrucción. En la siguiente escena, se ve a los humanoides comiendo carne y no tardan en pelearse con la tribu vecina apaleando y matando a uno de sus miembros.



Según cierta visión evolucionista de la humanidad, las guerras y la agresividad han sido algo consustancial al homo sapiens, y ahora nos encontramos en un momento dulce donde las guerras y la agresión van siendo sustituidas por la solidaridad y la igualdad. Sin embargo, en los comienzos del siglo XXI, ésta opinión está siendo cuestionada. Citando a Steve Taylor, en su libro publicado por La Llave, La Caída:


Todavía existe la creencia generalizada de que los primeros seres humanos fueron “salvajes” primitivos que eran mucho más agresivos y amantes de la guerra que los seres humanos de la actualidad pero las evidencia etnográficas y arqueológicas acumuladas durante las últimas dos décadas comienzan a demostrar la falsedad de esta afirmación.
Como menciona el antropólogo Richard Gabriel:


Durante los primeros noventa y cinco mil años comprendidos entre la aparición del homo sapiens y el inicio de la Edad de Piedra (hasta el año 4.000 aC), no existen pruebas de que los hombres hayan guerreado entre sí en modo alguno y, mucho menos, en el grado que requiere la violencia grupal organizada. De hecho, existen incluso pocas evidencias de homicidios.
Las guerras generalizadas parecen haber emergido alrededor del año 4000 aC, coincidiendo con un cambio climático en una zona que James DeMeo llama Saharasia que comprende la zona del Sahara, Oriente Medio y Asia Central y que como demuestran los estudios arqueológicos, pasó de ser una zona semiboscosa, con prados, poblada de ríos, lagos y asentamientos humanos a ser una zona desértica en un plazo de varios miles de años. En este cambio climático, como muestra la película de Kubrick, los seres humanos pasaron de una sociedad tribal, pacífica, no patriarcal e igualitaria, que mantenía una actitud abierta hacia el sexo y el cuerpo a una sociedad de dominación masculina (patriarcado), con una gran desigualdad social, con la guerra como elemento de dominación y de poder. Al mismo tiempo, la mayor parte de Europa pasó de estar cubierta de hielo a ser capaz de albergar vida humana. Según DeMeo, es entonces cuando tuvo lugar el cambio del matrismo al patrismo.



Con esta figura, DeMeo escenifica las similitudes entre las zonas del planeta con una alta incidencia del patriarcado y aquellas con zonas áridas, y coinciden.Con esta perspectiva en el tiempo, las opiniones que defienden la inevitabilidad de la guerra y la agresión como inherentes al ser humano, consecuencia de los altos índices de testosterona del macho de la especie se contradicen con las evidencias encontradas de que existió una época anterior a la actual en la que las mujeres desempeñaban roles de la misma importancia que los hombres y disfrutaban de los mismos derechos. No existían guerras ni desigualdades sociales, el poder residía en el grupo y había una gran conexión con la Tierra, de la que el ser humano se sentía parte, y no dominador.A partir del año 4000 aC , la historia de la humanidad ha sido la crónica de la opresión de una minoría privilegiada sobre la mayoría de la población, como cita Taylor:
Uno de los primeros sistemas de clases que se conoce es el desarrollado por los llamados pueblos indoeuropeos, los antepasados de los antiguos celtas, griegos y romanos y de los actuales europeos y americanos. Cuando los indoeuropeos irrumpieron en Oriente Medio y Asia central – en el cuarto milenio anterior a nuestra era – ya estaban subdivididos en tres clases: sacerdotes, guerreros-gobernantes y productores de la riqueza económica (donde se incluía a artesanos, mercaderes y campesinos). Y en el momento en que migraron a nuevas tierras y conquistaron a los pueblos que las habitaban, añadieron una nueva clase a su estructura social, que era la de los pueblos conquistados, los cuales podían ser oprimidos y explotados despóticamente.

Nuestra historia es parte de nosotros, y es importante conocerla para conocernos a nosotros mismos. El advenimiento del patriarcado trajo consigo el crecimiento psicológico del individuo como ente separado de su Comunidad y desde ahí, una evolución de la humanidad y de la tecnología. La Biblia sostiene que la causa de este cambio fue la desobediencia de Eva al comer del árbol del conocimiento. Esto nos indica que este cambio supuso la adquisición de una nueva conciencia o capacidad intelectual. A partir de ese momento Adán y Eva fueron conscientes y supieron que estaban desnudos, así que cosieron hojas de parra para cubrirse. Estas palabras nos indican que este cambio en valores de la humanidad estuvo asociado al desarrollo de una nueva capacidad de auto observación que hizo que el ser humano fuese capaz de observarse y de juzgarse a sí mismo.Este cambio también supuso que la mente de los individuos se convirtiera en
“una entidad separada e independiente del cuerpo…, llevando a las personas a experimentar la división y el conflicto entre los instintos y el pensamiento…, amurallados con respecto al mundo y atrapados dentro de nosotros mismos, en nuestras propias necesidades y deseos…, más propensos a la violencia y más indiferentes al sufrimiento ajeno”..., la naturaleza pasa a ser algo ajeno que puede, en consecuencia, ser domesticado y explotado” (Taylor),
Según Taylor, con este cambio en los valores, hemos heredado además de una aceptación de los valores patriarcales (castas sociales, luchas por el poder, explotación compulsiva de la naturaleza), un malestar psicológico cuyas fuentes son la soledad, la ansiedad de la mente, percepciones distorsionadas de la realidad y miedo a la muerte lo que nos lleva a los puntos oscuros de la sociedad actual, materialismo salvaje, hedonismo, deseo de estatus social, represión de los instintos, deseo de dominación, ausencia de empatía…. 

Esta aceptación “sin cuestionamiento” de estos valores patriarcales nos ha proporcionado la mayor época de crecimiento de la historia y una calidad de vida nunca soñada por nuestros ancestros aunque hoy día es evidente que también nos lleva a un crecimiento insostenible, a individuos alienados, a la discriminación de las mujeres, a un sufrimiento permanente y en muchos casos, a una vida ficticia al dictado de campañas de marketing.


Antonio Diaz Deus


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